Claves para identificar, erradicar y prevenir la violencia
Identificar la violencia
Para
profundizar en este tema te invitamos a leer este artículo.
Para
comprender un poco más sobre la construcción de género y por qué estos nos
regresan a relaciones de violencia, te invitamos a leer este cuento
Erradicar la violencia
Si quieres conocer más
herramientas en voz de mujeres que han salido de situaciones de violencia, te
invitamos a leer estos testimonios
Prevenir la violencia
Un círculo no tiene principio ni final
Por Fabiana Orea Retif
“Después de una pelea, donde siempre salían a relucir, todos los rencores y las heridas, que según mi ex pareja ya habían sido perdonados, lo cual eran palabras, ya que en la realidad siempre estaba al pendiente de cada detalle, para estallar con cualquier insignificancia y descargar todo su coraje, con ofensas, humillaciones, aventaba lo que estuviera a su alcance para desquitarse, me jaloneaba, para después estallar en llanto; me recriminaba todo lo que hacía por mí, diciéndome que me amaba, que él daba todo por mí y yo era una malagradecida un lastre en su vida, que sin mí su vida sería perfecta, que yo era una mala persona, que el merecía estar con alguien que lo valorara, que yo no hacía más que tratarlo mal, que el necesitaba a una mujer que no fuera tan enfermiza. Todo esto creaba un profundo sentimiento de culpa en mi interior, sentía que debía mejorar, entonces terminábamos, después el me pedía regresar y yo completamente confundida, regresaba con él sabiendo de ante mano que eso no estaba bien, más era algo que escapa de mi control, yo me sentía con una profunda deuda hacia él, con un sentimiento de culpa, que generaba en mí esa sensación de querer ser la "buena persona" que el tanto me reclamaba que no era, entonces, todo era puro cariño, me trataba bien, me hablaba tranquilamente, era "lindo", me invitaba a comer, me compraba cosas, hasta que cualquier insignificancia era el detonante para que me gritara, me echara en cara que yo era la culpable de que la relación fuera mal, que yo no hacía nada por cambiar y mejorar esta situación tan dolorosa y nuevamente me veía inmersa en esa situación de gritos, empujones y demandas sobre mi persona, que me hacían sentir tan culpable, porque yo sentía que no estaba llenando sus expectativas, que algo en mí estaba tan mal, no me sentía bien con que lo yo era, sentía que necesitaba ser otra cosa y que era la culpable de estas peleas”.
Testimonio de una mujer del grupo de autoayuda Reconstruyéndonos como mujeres
No puedo describir el dolor que siento cuando escucho que una vez más una mujer se encuentra en una situación de violencia y está haciendo su máximo esfuerzo para comprender qué hace allí y cómo salir de esta, pero no lo consigue aún.
Otras más hablan de una relación del pasado y de los profundos estragos que ha dejado en su vida, y me pregunto ¿tendría que haber sido así?, es decir, por qué cada mujer no puede mirar lo que para mí salta a la vista, su valor, su dignidad como humanas, sus maravillosos recursos personales y en algunos casos externos. Pero después me recuerdo a mí misma intentando salir sin conseguirlo y llena de miedo y culpa.
Por ello creí importante que habláramos sobre el ya más conocido (por fin) “Ciclo de violencia”, no tengo un interés teórico aquí, les habla una mujer que lo ha experimentado y giró y giró en él por tres largos años.
Como ya hablábamos en otra ocasión a veces la violencia surge durante el enamoramiento y por ello es difícil distinguir las primeras señales de alarma, pues todo nos parece perfecto en la otra persona y lo poco que alcanzamos a ver como negativo está justificado por la triste historia que este sujeto ya se encargó de contarnos sobre su familia e infancia.
Sin embargo, llega un punto de la relación en donde las cosas empiezan a ser tirantes, comienzan a aparecer violencias sutiles, diminutas, casi imperceptibles, que van generando tensión dentro de la relación. Puede ser por cómo te vistes, con qué amistades te relacionas, o si llegaste tarde a una cita que tenían.
Junto con esta tensión, crece la tensión interior en la mente del agresor/a. Recientemente he empezado a trabajar con más hombres y me impresionan lo evidentes y estereotipadas que para mí resultan las causas de dicha tensión interior, pero más me sorprende lo invisibles que son para ellos. La serie de demandas que impone el sistema patriarcal a lo masculino, les hacen entrar en un sistema de competencia que termina llenándoles de angustia por cuánto ganan, si tienen o no auto, si pueden o no ligarse a una chica, si son lo suficientemente hombres para que no los dejen por otro, si sobresalen o no en el ámbito en que se desarrollan….en fin, no me interesa profundizar pues no hay justificación alguna para que estos se conviertan en motivos para agredir.
Esta etapa conocida como de “Acumulación de tensión” termina muchas veces porque en sí misma es insostenible. Que por qué te arreglas, acaso es para ver a otro/a, que por qué no te arreglas, no te das cuenta de que así ya no le vas a gustar; que por qué no tienes amistades, eres una aburrida, que por qué sí las tienes, eres una puta y te dejas influenciar por todo el mundo.
Todo lo que digas y hagas será usado en tu contra. Por ello muchas mujeres sienten que provocaron el episodio violento (la siguiente fase del ciclo), porque estallaron ante la imposibilidad de cubrir las demandas del otro/a.
Cuando la persona a la que supuestamente amamos y nos ama, nos agrede, en cualquiera de sus formas, (ninguna violencia es pequeña ni podemos minimizar sus efectos) el mundo se nos viene encima.
Imagínate que al mismo tiempo, metes en una licuadora: el “amor”, la desilusión, el miedo, el shock, la negación, la esperanza de que cambie, sus justificaciones, la minimización, el qué dirán, la culpa que te echa encima, la vergüenza de que la gente lo sepa, los planes y proyectos que tenías con esta persona, el miedo, insisto el pavor que se siente de que esto esté ocurriéndote a ti, justo a ti y que muchísimas veces es un miedo real pues el episodio de violencia puso en riesgo tu vida.
No existe una forma correcta de actuar frente a esta licuadora emocional. Este estado confusional es imposible de elaborar en ese momento. Por ello la mente se defiende de….enloquecer.
Lo único que alcanza a hacer es ceder ante la manipulación del otro, lo único que puede hacer para protegerse es negar la mitad de la realidad: al final no es tan malo/a, ha sido una excelente persona conmigo, nos decimos, mientras cedemos a sus dis-culpas.
Y lo escribo así DIS-CULPAS porque lo único que intenta esta persona es que le quitemos la culpa de encima para depositarla en nosotras. La culpa se vuelve la papa caliente que nadie quiere sostener, pero que la sociedad se encarga muy bien de que seamos las mujeres, “las culpables de todos los males de la tierra” quienes la llevemos a cuestas en la psique y en el cuerpo.
Quiero decirte, que no estás loca, no estás mal, todas las mentes reaccionan igual por supervivencia y todo lo que hemos hablado antes. Además mientras tú estás tan confundida, quien te agrede hace un excelente trabajo por:
- minimizar lo que hizo: “No exageres”
-justificar lo que hizo: “Es que tengo problemas en el trabajo”
-naturalizar lo que hizo “Si para eso eres mi mujer”
-coludirse con otros “Hubieras visto cómo mi papá le decía a mí mamá”
- culparte de lo que hizo “Es que me sacas de mis casillas, si no fueras tan….”
-hacer promesas de cambio: “Estoy mal necesito ir a terapia, es la última vez”
-hacer amenazas sutiles: “Sin ti me muero, si me dejas….”
-e incluso hasta hacer regalos.
Por ello, el ciclo se cierra cuando otorgamos el perdón y con éste se posibilita que el ciclo de la vuelta otra vez, no sin antes pasar por la ya tan conocida etapa de “Luna de miel”. En esta etapa esta persona hace el esfuerzo de ser diferente y de tratarte bien (esto prueba que sí puede y sabe hacerlo) e incluso puede llegar a hacer cosas que no habría hecho nunca.
No te dejes sorprender ni engañar, esta etapa desaparece con el tiempo. Miles de mujeres reportan que nunca les han pedido perdón. Algunas personas conocen esta etapa como de arrepentimiento, sin embargo, yo opto por pensar que quién se arrepiente de algo no lo vuelve a hacer. Me parece que lo que impulsa a tu pareja a hacer estos cambios son sus propios temores: al abandono, a estar sola/o, a una denuncia, pues si de verdad le preocuparas tú, te dejaría para pedir apoyo, te dejaría al saber que te está perjudicando.
Lo que es evidente es que un círculo no tiene principio ni final, que seguirá dando la vuelta cada vez con más frecuencia y mayor intensidad. Que no se puede llegar a un lugar distinto recorriendo exactamente el mismo camino.
Por ello, si estás sumergida en un ciclo de violencia, pide ayuda profesional, acércate a servicios que tengan perspectiva de género y sensibilidad para apoyarte sin revictimizarte.
Si no sabes cómo salir de un laberinto, sal por donde entraste, las relaciones de pareja (normalmente) inician en libertad, con tu consentimiento, pues la buena noticia es que con la misma libertad se puede salir de ellas. Sólo necesitas escuchar esa voz interior que sale a la superficie de esa licuadora emocional y grita ¡corre! , ¡sal de ahí!, no te lo mereces….
Agradezco a estas dos guerreras valientes que nos regalaron su testimonio para que lo leas y decidas como ellas vivir una vida libre de violencia. Aquí estamos para apoyarte.
Gracias por estas palabras,me han reconfortado y ayudado mucho hoy que dejaré a mi esposo.
ResponderEliminarLa intención del blog es poder acompañarnos, no importa si no nos conocemos personalmente, esperamos que nuestras reflexiones puedan llenarte de fuerza y esperanza.
EliminarMIS QUERIDAS RECOMUS HOY GRACIAS A USTEDES E LOGRADO SUPERAR EN UN 70 Ó EN UN 80% MI PASADO CON JUAN YA NO ME DUELE VERLO,YA NO ME DUELE SABER QUE NO ESTOY CON EL Y EL SUPUESTO AMOR QUE YO DECÍA TENER AÚN POR ÉL PARECE SER QUE AHORA YA SE DESVANECIÓ Y SE GUARDO CON LAS COSAS BUENAS QUE VIVÍ CON ÉL
ResponderEliminarMe da mucho gusto leerte y saber que estás bien y logrando tus metas. Te envío un abrazo con mucho cariño. Fabiana
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